La escena transcurre en Alemania, cerca del Berlín de 1931.
Es cine en estado puro, un puñetazo de arte e historia directo al corazón. El director convertido en doctor en antropología social.
Con qué aparente sencillez...
Una de las escenas más terroríficas para cualquier persona con inquietudes de libertad y librepensamiento.
En una película musical sorprende visceralmente esta inyección de crudo fanatismo que muestra con inteligencia y efectividad la miseria moral y asesina que una nación, sus gentes, puede llegar a alcanzar. En 1933, Hitler fue elegido jefe de estado por el pueblo alemán.
Terror emocional puro.
Con solo esta escena, Bob Fosse se elevó a genio del cine.
Alguien debería enseñar esto a los jóvenes en las escuelas y universidades; no los evangelios de la globalidad oscurantista. Que sean capaces de identificar este escalofrío del canbíal fanatismo tan repetido y actual. Tan probable en todo tiempo de la historia.
Aunque estoy seguro de que no entenderían, no sabrían lo que ven. La amorfa masa votante no entiende, no identifica lo obvio, mucho menos las sutilezas. Margaritas a los cerdos. Ningún camello ve su propia giba.
Comienza la historia con un perro en un bosque que escarba en la tierra. La dueña se da cuenta de que ha descubierto una calavera humana, limpia de tierra los restos hasta descubrir dos esqueletos humanos uno al lado del otro.
Y ahí empieza la historia del cocinero de una colla de cazadores colonos del viejo Oeste; que buscando setas en el bosque se encuentra a un chino desnudo entre la fronda que se esconde de unos rusos que lo quieren matar. Y ambos se hacen amigos.
Crítica:
Es casi arte y ensayo del Oeste filmado en formato cuadrado. Dejando de lado el triste título: La primera vaca; me arriesgué a verla hace ya unos minutos.
Y sí, mantiene durante largo tiempo la triste sensación de que estás ante otra película de homosexualismo. No puedes dejar de pensar que, como es habitual ya en el cine actual, la historia va a narrar vida, penalidades y ternuras de dos homosexuales en el Oeste; pero sorprendentemente no hay razón suficiente para interpretar esta amistad como homosexualismo. Es un descanso…
A los que les interese, concluirán que con el tiempo se hubieran convertido en pareja de hecho, pero eso ya no es película, es paja mental de cada cual.
Como toda película de autor que se precie, avanza lenta, aburrida y mediocre incluso en los diálogos.
Pareciera que el fin de la película es plasmar la mediocridad y miseria de aquellos nómadas colonos en su búsqueda de la riqueza.
Si es así, la mediocridad queda debidamente certificada, demostrada y escenificada desde el primer momento.
Un diez de hastío es la película.
Lo mediocre también es triste, desesperanzador y asfixiante porque nunca acaba. Es como una gran boa envolviendo el planeta con sus anillos.
A mitad de la película ya sabes que la gran aventura de los protagonistas es ordeñar una vaca, hacer buñuelos con la leche y venderlos con éxito.
Es una gran obra de la mediocridad porque incluso los actores trabajan aburridos.
Hastiados y apáticos por ese desesperanzador guion del aburrimiento cinéfilo.
Hay un par de actores bastante conocidos que al aparecer brevemente, no parecen aburridos y consiguen actuar, aunque de mala gana.
Es de imaginar que la directora también se aburría y se fue a tomar cafés mientras los subalternos rodaban o grababan la película. O simplemente dejaron las cámaras grabando y se fue todo el equipo técnico a la cantina del pueblo de donde quiera que se encontraran.
Y para mayor drama (las desgracias nunca llegan solas), la película dura casi dos horas.
¡Qué bien plasmado el hastío! A quien le guste el aburrimiento, verá en esta peli una obra ya antológica de la historia del cine.
Y si bien plasmado está el hastío en la cinta, la desgana no le va a la zaga.
Directora: Kelly Reichardt.
Actores: John Magaro, Orion Lee, Toby Jones, Ewen Bremner.
David Dunn, un hombre patológicamente triste y guardia de
seguridad en un estadio de fútbol, sale ileso de un grave accidente de tren en
el que mueren todos los pasajeros.
El dueño de una galería de arte de cómic con una grave
enfermedad ósea y una vida llena de dolor, contacta con él. Le plantea que
puede que no sea un hombre normal. Y que nació para otra cosa más que para ser
guardia de seguridad.
Dunn en principio cree que el galerista está loco; pero
encuentra evidencias y recuerdos reprimidos. Y sobre todo la tenacidad de su
hijo en creer que pudiera ser un superhéroe, le llevarán a su propio descubrimiento.
Crítica:
Es el mejor estudio que se ha filmado nunca sobre la
depresión, tal vez Melancolía vaya a la zaga.
Un drama muy denso al que no le falta intriga. Alejándose completamente
de las películas de cómic habituales.
Willis como Dunn, crea el personaje más triste del mundo.
Una emoción mucho más profunda que una depresión al uso. A ningún personaje le
ha pesado tanto la vida como a Dunn, que es incapaz de sentir optimismo tras
ser el único superviviente y además ileso de un accidente de tren.
Personifica el auténtico espanto, la agonía de saber que no
hace lo que debe, ni sabe para lo que ha
nacido. Porque tiene algo escondido que le oprime la alegría, la vida misma.
Ha pasado mucho tiempo desde que la vi. Y cada vez que
vuelvo a ver la película, pienso que estoy ante una obra maestra. La obra para
la que nacieron el director y el actor.
Willis hace un papel increíblemente difícil, arrastra la
tristeza y la impregna en el resto de personajes; los opaca con ella.
El resto de actores trabajan impecables; pero Willis
respira, asume y sintetiza la tristeza en cada gesto, hace suya cada escena.
Es de una originalidad que rompió moldes y nada ha podido
superar. Entiendo que el director pueda sentirse angustiado, es fácil pensar
que no conseguirá superar esta película.
Director: M.
Nigth Shyamalan.
Actores: Bruce Willis como David Dunn. Samuel
L. Jackson como Don Cristal. Spencer Treat Clark y Robin Wright.
Impartida por el profesor Rasczak (Michael Ironside) en Starship Troopers (Las brigadas del espacio), 1997. De Paul Verhoeven. USA.
Diálogo.
–Resumiendo, este año hemos estudiado el fracaso de la democracia y cómo los científicos llevaron nuestro mundo al borde del caos. Hemos visto cómo los veteranos tomaron el control, imponiendo una estabilidad que se ha mantenido durante varias generaciones. Conocéis estos hechos pero, ¿os he enseñado algo valioso este año? ¿Por qué sólo los ciudadanos pueden votar? –pregunta el profesor.
–Es una recompensa, un regalo que te da la federación por realizar el Servicio Federal –responde un estudiante.
–No. ¡No! Si es regalado no tiene ningún valor. Mirad, al votar se ejerce la autoridad política, se utiliza la fuerza. Y la fuerza, amigos, es violencia. La suprema autoridad de la que procede cualquier otra autoridad –razona el profesor.
–Mi madre dice que la violencia no arregla nada –discute una estudiante.
– ¿En serio? Me pregunto qué opinarían los ciudadanos de Hiroshima sobre eso –ironiza el profesor.
–Probablemente no dirían nada. Hiroshima fue destruida –interviene otra estudiante.
– ¡Correcto! La fuerza ha resuelto más problemas a lo largo de la historia que cualquier otro factor. La opinión de que la violencia nunca resuelve nada, es la expresión de un deseo inútil; aquel que lo olvida siempre paga por ello –concluye el profesor.
– ¡Rico! ¿Cuál es la diferencia moral, si existe, entre un civil y un ciudadano? –pregunta el profesor a un alumno.
–Los ciudadanos aceptan su responsabilidad en la protección del sistema político defendiéndolo con su vida. Y los civiles no –responde el estudiante.
–Esa es la definición textual, pero ¿la entiendes? ¿Crees en ella? –pregunta de nuevo el profesor.
–No lo sé –responde Rico.
– ¡Claro que no! Dudo que alguno de vosotros reconociera la virtud cívica aunque ésta le mordiera el culo –concluye la clase el profesor.
Opinión.
Me gustó y me gusta hoy día más su inusitada violencia. Es sarcástica, caricaturesca; y deliciosamente cruel con los personajes estereotipados a conciencia . Lo cierto es que es extrañamente adulta como pocas. Por supuesto, hoy día no veríamos una película con tanta violencia y muertes sangrientas y sádicas.
A excepción de la tremenda: Bone Tomahawk, 2015. Un diez.
Contrasta mucho la fotografía colorida en pastel y encuadres de telefilme de las tardes del domingo, con desmembramientos tan sorprendentes. Y vamos a ver, los efectos especiales, los bichos, son únicos. De hecho he leído que casi la mitad del coste de la película, Verhoeven lo dedicó a los efectos especiales punteros. Y se nota, vaya que sí: no parecen calcomanías.
Dicen que no ganó lo suficiente en taquilla; pero surge como cine de culto en la actualidad.
Lo mismo que pasó con Donnie Darko.
La lección de historia es de una madurez socio-antropológica tremenda, veraz. Cualquiera que haya leído algo de historia universal, asentirá. Es algo experimentado, de sobras corroborado que la violencia es el único medio o poder para reparar abusos, imponerse y decidir quién gana o pierde. Quien manda. Siempre ha sido así y será. A menos que los seres humanos se conviertan en cucarachas… Porque el ser humano, por genética surgió como especie cazadora y territorial.
Es un soplo de aire fresco ver cine de verdad para adultos, sin la podredumbre de la censura fascista penitenciaria, homosexual, sanitaria y climática de los actuales nazismos poscoronavirus, que continúan usando el nombre de “democracias” o “estados de pleno derecho”. De risa.
Un matrimonio francés que se dedica a la restauración de casas y cultivo ecológico en una aldea tercermundista de Galicia, se enfrenta con unos vecinos endogámicos, mezquinos y envidiosos porque no venden su tierra a una empresa de energía eólica.
Crítica:
Puta gente envidiosa…
Que retrate tan bien a esos cerdos endogámicos es lo único bueno de la película.
La película es solo un panfleto de formas pseudo filósoficas de la España profunda, donde los mezquinos borrachos envidiosos y narco-criminales eliminan gente honrada. Más o menos destaca la película que la condición de ser pobre, en muchos casos va ligada a la deficiencia mental. Y claro, saben que lo son, idiotas.
Y se enfurecen.
Y muerden.
Y rabian.
Es lo más fácil del mundo desearles la muerte a lo largo de la película.
Es lo único que destaca de la película.
La buena actuación del malo gallego (el más parlanchín y beodo) y la de la mujer del francés, es correcta.
Porque el actor del personaje central, parece tener alguna parálisis facial.
Y los demás se hunden en la mediocridad y la asepsia emocional.
Por lo que respecta a la fotografía, mejor te compras una cuantas postales que saldrán más baratas y gratificantes que gastarte el dinero en el cine o el alquiler de la película. Y no requiere más de dos horas largas de tragarte el ladrillo en canal incómodamente sentado.
Es tan solo un producto pretencioso del enaltecimiento del nazismo del coronavirus: su feminismo, su alarma climática, su ecologismo metafísico-religioso y el martirologio nazi: pon la otra mejilla, no seas violento, déjate matar y serás amado y querido.
En fin, obedece y calla.
Es en definitiva un canto chapucero, de más de lo mismo, a la ideología del nazismo poscoronavirus. Una lección de catequesis pura y dura.
Algo tan pretencioso como para no subtitular el noventa por ciento del ladrillo que es francés y gallego. Es puro esnobismo, como si en la España del nazismo poscoronavirus, todo el mundo supiera hablar francés y gallego de la forma más natural del mundo.
No solo es pretenciosa, es cansina, aburrida, previsible y con una acción apenas inexistente. Podrían convertirla en obra de teatro sin problema alguno.
Un catálogo institucional y pagado por el estado español de elitista mezquindad, envidia y martirologio.
Una película blanca blanquísima para aquellos de pose progre y cultura inexistente, salvo la doctrina religiosa de la obediencia al régimen, la ecología y el clima de usura, y la moraleja de lo muy mala que es la violencia.
Es lógico que el actual régimen español la haya recompensado.
Como el amor del franquismo por aquel otro ladrillo que nunca faltaba a su cita cada doce de octubre: Agustina de Aragón.
Las liturgias de las dictaduras solo varían en los títulos de sus películas.
Director: Rodrigo Sorogoyen.
Actores: Luis Zahera, Marina Fois, Diego Anido, Denis Ménochet, Marie Colomb.
The Fast & The Furious: A todo gas el serial que lleva ya nueve episodios (diez con el que se estrenará este año 2023), sin contar otros realizados en paralelo, además de los cortos. Y todo comenzó un aciago 2001 😓.
Va para veintidós años…
A las películas de A todo gas se les puede aplicar aquello que el narrador de la divertida George de la jungla nos avisaba: “¡No os preocupéis! Nadie muere en esta historia, solo se hacen mucha pupa.”.
Aún no entiendo porque Disney no ha comprado la franquicia.
Son películas absolutamente pueriles.
Incluso la acción, a medida que ha ido pasando el tiempo es tan blanca y pura como la de los superhéroes Marvel.
Sin duda alguna, cualquiera de las películas podría servir para inducir al sueño a los niños de entre cuatro y diez años, sobre todo por las breves escenas de diálogos o cháchara que aburre a las ovejas por su puritanismo. A mí no me da sueño porque soy muy listo y enseguida me pongo el blurrey de Encontré al diablo (2010) para desintoxicarme de tanto azúcar.
Y es que si no hay coche en una escena de A todo gas y solo diálogo, sientes angustia por los actores, por la vergüenza que deben pasar de interpretar eso.
Las miradas estilo espagueti-western de los setenta del siglo pasado, están pasadísimas de moda. Toretto y Letty se pegan nos cruces de miradas que incluso se les ve los ojos cansados, con las escleróticas enrojecidas de tanto usarlos sin razón alguna, por un mal guion simplemente. Pero dejando de lado su artificialidad y caricaturismo, algún buen y piadoso samaritano podría clasificarlas de vintage, ná menos que un homenaje a Leone y Peckinpah 😀.
Si yo fuera actor rezaría por no quedarme sin trabajo para no tener que trabajar en un episodio de A todo gas, el 132 por ejemplo, A todo gas: Menopausia de Letty y la próstata de Toretto.
Y recordad: todo por la familia, la familia es todo, sois mi familia, soy vuestra familia, hay que ayudar a la familia, mi amigo es mi familia, lealtad a la familia, y mi familia, mi familia, mi familia, mi familia…
Una familia de una colonia de puritanos en Nueva Inglaterra, es desterrada por un exceso de fanatismo del padre. Viajan hasta un territorio boscoso para crear un nuevo hogar. El problema es que hay una bruja que lo infecta todo de maldad y muerte, absolutamente todo lo que les rodea y a ellos mismos. Una “justicia” oscura les hace pagar caro su exacerbado fanatismo religioso.
Crítica:
Debería ser la película que sirviera de introducción a La semilla del diablo.
No es, en absoluto, una película sencilla. Al terror satánico de la brujería se suma un fuerte drama de paranoia e histeria familiar. Y todo ello con un guion casi literario en su maestría. El folclore y la forma de vida de aquellos colonos, sus histerias y alucinaciones religiosas, más que rodado parece escenificado para un ensayo histórico.
Es una joya del terror. Desinhibidamente sórdida y cruel en los actos que se describen y sorprendente en su realismo.
No hay un solo instante luminoso, los días grises, los interiores y las noches en contrastada penumbra. Como si toda la familia fuera el ganado estabulado de un ser superior. La fotografía es magnífica y los planos del macho cabrío e incluso los de la liebre, consiguen ser impactantes, poderosos. El cuervo picoteando el pecho de la madre, es un cuadro goyesco.
Los actores trabajan a la perfección. Y el director lleva la película a un grado de realismo tal, que cuando acaba, por muy sórdido que sea lo que has visto; desearías que fuera real para que hiciera la vida más interesante y te arrancara de toda esta actual mediocridad que vivimos con sonrisas falsas, memes piadosos pseudo filosóficos y deseos de amor y paz puritanos en su ingenuidad infantil; producto de un retroceso a las eras más oscuras de la humanidad: cobardía, ignorancia y fe religiosa en los líderes demócratas, que resurgieron como fascistas con y gracias a la epidemia del coronavirus o covid.
Es inevitable comparar la histeria puritana religiosa de La bruja, con la actual del 2022.
Tan fascinante de ver toda esa miseria humana y cruel satanismo, como incómoda por su realismo magistral e histórico.
Esto es cine y lo demás son tonterías.
Director: Robert Eggers.
Actores: Anya Taylor-Joy, Ralph Ineson, Kate Dickie, Harvey Scrimshaw, Lucas Dawson, Ellie Grainger, Julian Richings, Bathsheba Garnett, Sarah Stephens, Jeff Smith.
Diversos personajes en distintas situaciones dramáticas que de
una forma u otra los relaciona. Historias entrelazadas propias de las grandes
ciudades (Los Ángeles, USA), todo lo malo que ocurre en ellas.
Crítica:
Es dura, dramática, emotiva, sensible, socialmente
comprometida.
Una gran película y también, incómoda de ver porque todo lo
que ocurre es espantosamente cotidiano y mediocremente malo. Como si no hubiera
esperanza.
No hay una salida de emergencia a la magia.
Todos los personajes están conectados por las cosas malas de
la ciudad, porque todo lo mezquino e indigno ocurre en las ciudades, esas
granjas humanas donde hay una selección genética de sus moradores, que ha
desembocado en mala y degenerativa endogamia.
Todo son grandes tristezas, porque salvo los pequeños seres,
todo es enormidad en el planeta.
Todo lo que se genera en una ciudad es malo y sórdido.
Es antinatural.
Y no puede tener un final feliz.
Director: Paul
Haggis
Actores: Don
Cheadle, Ryan Phillippe, Matt Dillon, Terrence Howard, Chris
"Ludacris" Bridges, Thandie Newton, Larenz Tate, Shaun Toub, Brendan
Fraser, Jennifer Esposito, Loretta Devine, Michael Peña, Sandra Bullock, Bahar
Soomekh, William Fichtner, Keith David.
La peor muerte que existe es la del aburrimiento, no hay nada más desesperante que encender un televisor o que empiece la proyección y que las cosas que se deberían mover y hablar no avancen, convirtiéndose siempre en la exhibición de la misma postal durante años, sin ningún tipo de alegría.
Y no es que exija alegría o fuertes emociones, simplemente me conformo con algo que despierte un mínimo de interés.
Sé que es pedir demasiado en esta época de banalidad y mojigatería paterno fascista; pero insisto en no perder la esperanza.
Y bueno, las pelis viejas, viejas son.
No voy a comer siempre los mismos frutos secos rancios, coño.
El cine más adulto y de calidad técnica se cometió (siempre hay basura, no soy un lelo) entre 1990 y 2010, a partir de aquí, comenzó a flojear con la censura y se convirtió en una saga estéril para todísimos los públicos de los héroes Marvel/Disney/DC Cómics y así, asqueados hasta el presente que, nos hace vomitar a los que no acabamos de sentirnos bien con cosas infantiles tras avanzar por la vida la hostia puta de años.
Han censurado el lenguaje, la violencia, el consumo de “droga” como el tabaco (salvo el de alcohol, marihuana, caballo, ácidos, crack y farlopa) y han promocionado en cada uno de los ladrillos que se producen anualmente, la tortillería y el mariconismo como las grandes virtudes para medrar en esta sociedad.
Muy de tarde en tarde realizan algo que pueda tener un mínimo de interés; pero los realizadores han de luchar (no siempre son dados a chupársela a los funcionarios del estado) contra la censura fascista que no permite las calificaciones a las películas que superen la recomendación de “a partir de 7 años”, y ese interés se queda por debajo de lo que te pueda importar un teletubi. Pura mediocridad.
No hay más que ver la histeria de sensiblería que provocó un villano con cierta deficiencia mental, cuyo valor máximo lo consigue cuando baja unas escaleras callejeras mal bailando; pero payasamente vestido. Porque para ser un insano villano, cometió una sola maldad y muy breve, no fuera a darse el caso que el público infantil se me mareara con la sangre. El resto de la peli, es como Historia de un fantasma, puedes ir a mear sin perderte algo importante de la proyección.
Aquel Joker le descerrajó un tiro en la sien al cine de adulto y claro, ya muerto, solo le queda pudrirse.
Y su hedor.
Ahora mirando aquellas películas del Clint Eastwood y su antiMarvel Harry sucio, fuerte y ejecutor, me doy cuenta de que las tipas que salían en sus películas tenían unas tetas de nivel extraterrestre, absolutamente adoratrices, follatrices y lamibles. Me he masturbado tanto que no recuerdo si con aquellas pelís lo hice; pero debería haberlo hecho sin pudor alguno y que mi mamá se sintiera orgullosa de su pequeño Iconoclasta.
Gástate el dinero en putas, porque en cosas inteligentes, ya no hay. Y date prisa, porque quieren convertir a las putas en santas a las que rezar en la iglesia, en su capillita, al ladito mismo de los travelos que también tendrán su capillita. No chupan nada ni se abren de patas, pero llegan a mortificar lo suyo con su absoluta asepsia. Tal vez, cuando te castigues con el mea culpa, podrías bajar con cuidado hacia la zona genital para seguir sintiéndolo; pero ya es puro fetichismo y no me va ese rollo; a mí los coños me gustan sin cosas raras, a los sumo rasurados. Aunque se me da bien y me siento mejor rasurándolos yo mismo, masajeando con esa crema blanca que se mezcla con la deliciosa viscosidad de su humor carnal y luego llega el premio de lamerlo y sus gemidos que me la…
Perdón, ya estaba divagando llevado por la emotividad del texto.
A Ghost Story, 2017 es un película que necesita una hora y media para explicarte que si eres un pasmado o lelo, cuando mueras serás un fantasma lelo, punto.
Para amenizar el ladrillo, te muestra una kilométrica escena de la viuda, sentada en el suelo de la cocina comiéndose una tarta entera y luego, como no podía ser de otro modo, la vomita.
Si durante la peli te dan ganas de cagar, no te preocupes y lee las noticias sentado cómodamente en el váter como yo hice. Por mucho que tardes en salir del cagadero, verás exactamente la misma escena. Yo digo que el director de dicho ladrillo incluyó un avance tecnológico: la Pausa Inteligente (PI).
Podría haber aplicado la “I” de “inteligente” e “interés” en alguna parte de la película; pero nada es perfecto y no ocurrió así.
¿Sabéis de esos marcos digitales para adornar el salón que pasan una foto cada dos horas o algo así? Pues eso es la película, pero la suerte es que solo dura esa hora y media.
Hora y media que debió ser el regalo de cumpleaños de un ejecutivo de unos estudios cinematográficos a su hijo de seis años, que hizo sus gracias con una videocámara.
Las producciones de películas y series de webs de internet se fabrican en tal cantidad para llenar espacios en blanco en los servidores, que ya no existe ni siquiera la probabilidad de encontrar algo decente a pesar de los cientos y cientos de grabaciones caseras que tienen en catálogo. En lo más que se esmeran, es en el reparto; debe aparecer en algunas ocasiones algún viejo y famoso actor ya decadente que sirva de anzuelo para los ingenuos suscriptores del portal de “streaming”.
Estas productoras de “streaming”, hacen de las películas de universitarios gilipollas estadounidenses (divertidas, toscas, sin interés intelectual alguno; pero matan el tiempo), por ejemplo; auténticas novelitas rosas aptas para niños de dos años hasta para tortugas centenarias por lo absolutamente blancas y aburridas que son. Literalmente, acabas rascando el culo de un vaso para distraerte de toda esa mediocridad que escupe la pantalla. Incluso las amas de casa (si existe alguna todavía) curtidas y acostumbradas a las horrendas telenovelas hispanoamericanas, bostezarán ostentosamente pintándose las uñas de colores que no puedan confundirlas con actrices porno, por supuesto.
De este tipo de películas han eliminado hasta el humor, incluso la tosquedad. Observar algo así, como por ejemplo la que últimamente ha incluido en su catálogo Prime Video: ¡Emergencia!, 2022; es lo mismo que abrir el envoltorio de una gasa o apósito estéril: no ofrece absolutamente nada más que un blanco trozo de tela sin ninguna gracia. Así de triste.
Ni siquiera tiene la emoción de la misa televisada los domingos a la mañana.
He de confesar mi satisfacción al no ver, como ya es habitual en toda película, a dos maricas o dos tortilleras (aunque las tortilleras me ponen) dándose el filetazo en las dichosas fiestas de las fraternidades universitarias; sin embargo, en el momento de escribir esto, aún no he acabado de ver el ladrillo. Pudiera ser que dicha escena de homos, se me hubiera pasado mirando como corren los segundos en el cronómetro del teléfono móvil, no sé…
El guion ha sido escrito, sin duda alguna, por alguna monitora de niños de guardería, cuando dormían la siesta y la dejaban tranquila.
Es tan aburrida que consigue cabrearme, estoy tentado por apagar la tele. La peor película de mi vida que he visto en los últimos quince minutos. Rebuscando en mis registros mentales, no encuentro momento más humillante que el actual, tanta vida perdida para esta mierda.
Sé que podría haber apagado la televisión y a tomar por culo la mierda; pero necesito llenarme de angustia vital para dar mayor dramatismo al texto, hijoputas.
Y al final, lo que no podía ser peor: un mal actor negro mal llorando en una lacrimógena mala escena que no sé cómo coño la han colado en la mala comedia. Como si en un vestido de gala negro hubieran zurcido un remiendo de color rosa motel/burdel mexicano, así de llamativo, en la zona del culo.
Siempre digo que el cine ha muerto con el neonazismo y su puritanismo. Lo apuñalaron con el cine infantil masificado de ideología del servilismo, beatitud y conformismo, y del tipo Dwayne Johnson-Marvel-Disney; y ahora huelo su descomposición.
Con la última película de James Bond, Sin tiempo para morir, 2021; se ha conseguido hacer del agente secreto una especie de Tintín al que George de la jungla 1997, de Disney, supera en violencia, aunque no en comicidad. Las muertes en las películas de Bond, se han hecho tan dulces como beatos los disparos sin sangre ni su color. Es un tanto triste, sobre todo si Fleming viviera para ver la cosa piadosa y monacal en la que han convertido al castrado y asexuado 007.
Desde aquel James Bond de Casino Royale 2006 hasta la actualidad, han conseguido en quince años hacer de las películas del agente secreto una especie de saga de héroes tan sosos y repetitivos como los de marvel, dirigido exclusivamente al público infantil y adolescente. Y eso se debe a que las productoras audiovisuales solo realizan obras que coinciden con el nivel intelectual del gran público, es algo básico para obtener beneficios.
Esto quiere decir que la calidad del cine se ha situado a la altura del público. Y si el gran público tiene una mentalidad de entre cinco y 16 años, el cine adulto ha muerto definitivamente, es obvio.
Pareciera que en las películas de adultos, ya disparan con pistolas de juguete con lo que los actores tienen que hacer ellos el ruido del disparo o la onomatopeya, como hacíamos los niños cuando no se nos prohibía jugar como queríamos, con aquellas pistolas de plástico tan peligrosas ahora para las dictaduras de las falsas democracias socialistas o liberales de mierda, en su idioma nazi.
Lo que no debería pasar inadvertido a la chusma, por muy deficiente mental que sea, es que en las películas cuando alardean de que censuran el consumo de tabaco, no se censura la ingesta de bebidas alcohólicas, que son el gran daño sanitario y sociofamiliar de las actuales sociedades.
Con las películas de James Bond en este caso, porque la censura ha infectado todo el cine adulto; es exactamente lo que ha ocurrido con el neonazismo surgido mediante el coronavirus en las podridas y decadentes democracias europeas y de corte occidental: las estadísticas sobre el nivel intelectual de la población confirmaron que era el momento de encarar la dictadura ya que sería acatada, obedecida y adorada por el noventa por ciento de la población, que a su vez es exactamente el mismo porcentaje que se ha vacunado incluso hasta cuatro veces a pesar de que no había vacuna de nada. Y a su vez es el idéntico porcentaje poblacional que ostenta ese intelecto entre infantil y adolescente; o sea que la población adulta ha descendido peligrosa y graciosamente hacia la deficiencia mental.
Han corrompido el cine, la literatura, la historia, la educación, la inteligencia, el ingenio, la madurez, la dignidad, el valor, el esfuerzo, la creatividad y la determinación; con lo cual ya puede decirse que la especie humana se ha extinguido. En las guerras y pandemias ya no mueren seres humanos, solo son vacas sin ningún valor intelectual intrínseco.
Sinopsis (ciencia ficción): Un hombre ante una cámara habla de una hecatombe, de lo que le va a ocurrir el mundo tras una cuenta atrás, una voz de niña le dice que cuente mejor como era antes el mundo. La sociedad humana está al borde de una hecatombe y una niña recibe un pin (una insignia) mágico que la transporta a un lugar futuro lleno de maravillas, se marcha de casa para buscar la forma de llegar a ese mundo y se encuentra con otra niña que la protege y la ayuda buscar a un genio inventor para que la conduzca a ese lugar maravilloso.
Crítica:
Hay películas que vas a ver porque no hay otra cosa que hacer, no hay otra oferta. Y a quien le gusta el cine, debe ir al cine, independientemente del resultado.
Yo me resistía a ir a verla. Sabiendo que es de Disney no puede aportar nada interesante a alguien con un mínimo de formación cultural. Disney debería dedicarse solo a los dibujos animados y caricaturas, querer hacer cine con interés social, cultural o mínimamente intelectual no es lo suyo.
Demasiada tradición fascista arrastra esa productora.
Es infantil y ridícula la actuación de Clooney, es infantil y ridícula la actuación de Britt que demuestra que tiene unos buenos pechos, disimulados entre mucha ropa fea para que no sea obvio y nada más. Es infantil y ridícula la actuación de Hugh Laurie. Todo es ridículo y apesta a mensaje mesiánico falangista o estalinista, cada cual lo puede adjudicar a sus miserias políticas favoritas, dependiendo si es de derechas o izquierdas, pero en ambos espectros, la película es un fracaso y su guión un melodrama tan solo coherente con la vulgaridad, lo simplón e intrascendente y la más trasnochada candidez de los años 50 del siglo pasado.
El director se limita a rodar las escenas centrado exclusivamente en la ciudad futurista, todas las demás escenas acaban siendo soporíferas al cabo de dos o tres segundos. Conseguir que un buen actor como Clooney quede como un artista novato de serie de televisión latinoamericana, requiere esmerarse en ser muy pésimo.
No dejé de mirar el reloj a partir de los primeros diez minutos para poder vomitar toda esa glucosa ordinaria en la calle y fumar un poco de cáncer que le diera trascendencia a tanta estulticia facilona.
Director: Brad Bird. Actores: Britt Robertson, George Clooney, Hugh Laurie.
Nacionalidad: estadounidense (coproducida con España).
Sinopsis (bélica): Un tanque americano y su tripulación realizan diversas misiones en Alemania. Entre batallas y misiones, se desvelan los miedos y la locura de la guerra que no se acaba nunca, en una claustrofóbica vida dentro de un tanque.
Crítica:
La película no soporta la comparación inevitable, con Salvar al soldado Ryan (1998), de Spielberg; que es la obra maestra de las películas bélicas de la 2ª Guerra Mundial.
Ni siquiera el tiempo ha podido vencer los efectos especiales del desembarco en Normandía de Spielberg.
Corazones de hierro es una discreta película, con dos o tres escenas de largos diálogos que de pretenciosas, resultan aburridas. Una interrupción importante en la trama.
Los efectos especiales, muy sencillos apenas dramáticos.
La acción, cuando la hay es buena, y el tema es original.
Contra una dirección bastante mediocre, los actores salvan la película.
Brad Pitt, siempre bueno, siempre eficaz; pero quien se lleva la palma es Shia LaBeouf que aporta una impresionante madurez y un papel especialmente dramático. Es un diez total, en cuanto a su caracterización y su actuación, increíblemente sobria y profunda, se disfruta su trabajo.
No pasará a la historia del cine, pero no hace daño verla.
Director: David Ayer. Actores: Brad Pitt, Logan Lerman, Shia LaBeouf, Jon Bernthal, Michael Peña.
La
Tierra muere, ya no crece alimento y la NASA gracias a la ayuda de seres
extraterrestres, prepara una expedición para encontrar el planeta idóneo para
poblarlo y salvar así a la humanidad de la extinción.
Crítica:
Interstellar es ciencia ficción en el estado más puro, donde
se juega con los agujeros negros, los agujeros de gusano y la relatividad del
tiempo con maestría, originalidad y un impacto visual impresionante. Películas
como ésta, se crean cada cinco años si hay suerte.
Y he tenido suerte y he disfrutado como hacía
mucho tiempo que no lo hacía en el cine, a un nivel emotivo y visual.
Porque ante todo, Interstellar es el drama de
los viajes a larga distancia, el dolor de saber que el tiempo acaba con los que
quedan en Tierra y con la cordura misma.
Es sensacional la carga dramática que hay
incrustada en cada fotograma. Combinando el espacio, las naves espaciales y los
seres humanos que quedan allá abajo.
Sensacional es como se desentrañan para los
creadores los misterios del cosmos y como desarrollan los miedos y las
esperanzas ante una situación como la que narra la película.
Es una obra maestra de la ciencia ficción y el
drama del suspenso y la emoción.
La banda sonora es impresionante, como el
sonido y la fotografía.
No hay desperdicio alguno en el metraje de
casi tres horas.
Qué suerte he tenido.
Director: Christopher Nolan.
Actores:
Matthew McConaughey, Anne Hathaway, Jessica Chastain,
Bill Irwin, John Lithgow, Casey Affleck.
Donnie Darko
es un adolescente perturbado que requiere medicación. Se despierta en un campo
de golf y eso le salva de morir aplastado por la
turbina de un avión que cae sobre su habitación.
Unos
números de cuenta atrás han aparecido en su brazo. Y no sabe qué es lo que espera
al final de esa cuenta.
Su vida
se hace extraña y un conejo gigante y terrorífico lo lleva a alucinar y cometer
extraños actos. Se empieza a preocupar por los viajes en el tiempo y sus
visitas con una psiquiatra son cada vez más complicadas.
Crítica:
Es una película sumamente compleja, donde Gyllenhaal se luce como un
fabuloso actor. Ambientada perfectamente, tanto visual como musicalmente en los
80 del siglo pasado, es una sucesión de impactantes y profundas imágenes.
Diálogos absurdos con una asombrosa coherencia y un hilo de pesimismo y tristeza
que nos lleva a divagar sobre todas las críticas feroces que se hacen contra la
incultura, la intolerancia, la educación y el fascismo (Reagan, el
presidente, es denostado cadenciosamente
y deliciosamente a lo largo de la película)
Es una película de las que se llaman de culto,
porque tiene tantas aristas y tantos temas que se convierte en un ensayo de una
época y de la enfermedad mental.
La banda sonora es potente y atinada como en
pocas películas y la escena final
con la canción de Gary Jules, es
antológica y asienta toda la tristeza, de lo que en realidad es Donnie Darko:
un Jesucristo dispuesto a redimir con su muerte los pecados de todos los
idiotas y de las malas personas.
Excelente, solo para gente con inquietudes
intelectuales, como ocurre con todo buen
cine.
Director: Richard Kelly.
Actores:
Jake Gyllenhaal, Maggie Gyllenhaal, Patrick Swayze,
Jena Malone, Mary McDonnell, Drew Barrymore.
Sinopsis (terror): 1955. Un millonario excéntrico y misterioso contrata los servicios de un detective privado en Nueva York. Debe encontrar a un cantante que desapareció años atrás, al acabar la Segunda Guerra Mundial. Durante la investigación todos los que conocieron al cantante, mueren asesinados. Todas las pruebas apuntan al detective como asesino, tiene que hallar al cantante, porque cada vez está más cerca de la silla eléctrica; pero la magia negra no ayuda.
Crítica:
Ver esta película con la magistral novela aún en mente, es injusto para el film. El escritor pareció haber nacido para escribir esta única novela perfecta del género negro y de terror, puesto que salvo algún guión de cine, William Hjortsberg poco más escribió.
Tuve que verla por segunda vez con la mente despejada del libro para poder apreciarla.
Y el resultado es apabullador: Rourke lo da todo, en gestos, en expresividad y carisma. De Niro magnetiza, es la elegancia pura de la ironía y demuestra en todo momento que algo esconde sin dificultad, sin histrionismos.
Los diálogos tienen la ácida ironía que caracteriza la narrativa de la novela.
La ambientación hace pensar que estamos viendo una película producida en aquella época. Los personajes van del sarcasmo al surrealismo y la atmósfera se va haciendo cada vez más opresiva.
Y la fotografía es perfecta.
La novela deja una traza tan potente, que en una primera visión estas cosas pueden pasar despercibidas para un simple aficionado como yo. Mis disculpas por aquella primera visión de la película.
Hoy para mí, es un film de culto serio como el filo de un bisturí.
Director: Alan Parker.
Actores: Mickey Rourke, Robert De Niro, Lisa Bonet, Charlotte Rampling.
Nacionalidad: estadounidense, canadiense e inglesa.
En una
cena de cumpleaños del padre de la protagonista, una radióloga con un novio
francés, el espejo del comedor se desprende y se rompe haciéndose añicos.
Alguien dice que les espera siete años de mala suerte.
Pero es
peor que una mala suerte, los seres del otro lado usan los espejos para duplicarse
y luego matar a los personajes. La protagonista, sufre un tremendo accidente de
tráfico y no recuerda apenas quien es. Ni siquiera se imagina que podría ser
"la del otro lado".
Con unas
inquietantes escenas y un fatalismo omnipresente durante toda la película, se
desarrolla la acción.
Crítica:
Aquí nos encontramos con una joya de una
sobriedad inquietante. Lena Headey borda su papel y lo hace impresionantemente
creíble, paranoico y obsesivo. Richard Jenkins, a pesar de que no se lleva
tanto tiempo de actuación, es el peso que la da a la película esa peligrosa
seriedad de cotidianidad, de posibilidad.
A destacar el trabajo de todos los actores,
que sin efectos especiales ni alardes de maquillajes, consiguen ser "buenos
y malos" con inquietante realismo.
La crítica que he leído de The Broken, suele ser mala, pero creo que no les
dieron suficientes regalos a los críticos, porque películas como ésta, aparecen
cada cinco años con suerte.
Hay escenas inquietantes, tanto que a pesar de
estar acostumbrado al cine de terror, se me hacen psicológicamente duras, y
todo indica en cada escena que no puede haber final feliz.
Está calculado cada detalle del vestuario,
cada mirada y silencio. Los impresionantes flashes de escenas pasadas, incomodan
deliciosamente el ánimo.
Que transcurra en Londres, a la película le da
clima tan gélido como gélida parece la piel de la protagonista.
Es terror que pega psicológicamente, que mina
lentamente y sin piedad.
Ideal para luego fumar con un café satisfechos
de que hayan artistas capaces de hacernos pasar tan buen rato, aunque sea un
poco inquietante. Porque solo dura 88
minutos que parecen dos horas, y en modo alguno por aburrimiento, sino porque
nos lleva a una posibilidad muy, muy, muy mala.
Director: Sean Ellis.
Actores:
Lena Headey, Richard Jenkins, Ulrich Thomsen, Michelle
Duncan,y Melvil Poupaud.
Un psicópata
asesina y trocea a la novia de una agente especial de policía e hija de un
comisario retirado.
El novio
con el apoyo del padre, busca a los cuatro sospechosos de este tipo de crimen
pidiendo un permiso de dos semanas para poder llevar a cabo su venganza.
Durante
el violentísimo y furioso acoso al palurdo asesino el novio encontrará la
guarida de otro piscópata y las cosas se complicaran.
Crítica:
Como ya comento en la presentación de este
blog, con los coreanos hay que quitarse el sombrero. La violencia de esta
película es tan explícita y las escenas tan grotescas, que a veces uno desearía
no mirar la pantalla.
Los actores son espectacularmente buenos, y el
policía que aparentemente es inexpresivo, nos muestra como se derrumba con una
facilidad pasmosa. El asesino está simplemente perfecto.
Las localizaciones son sórdidas e hiperrealistas
, y la cámara hace planos espectaculares de los actores y su poder. La
coreografía de las luchas está perfectamente medida para no caer en el exceso
de los chinos, o de las malas producciones estadounidenses.
Doy por supuesto, que este tipo de cine se
nutre de la fantasía para las mutilaciones y las peleas. Para eso es el cine,
para crear magia. Lo malo es cuando la fantasía se recrea chapuceramente.
El cine europeo o el estadounidense, jamás
tendrá el valor para filmar con tanta ironía y contundencia la violencia y la
podredumbre del cerebro humano.
Un bravo por esta soberbia película sin concesiones
ni censuras o hipócritas mensajes sobre la efectividad de las leyes.
Francis Bacon dijo: "La venganza es una
especie de justicia salvaje", estoy de acuerdo desde que era niño.
Cuando me refiero a ironía, es que en medio de
toda esta sordidez tan bien trabajada, hay momentos (necesarios dada la tensión
de algunas escenas) en los que a algunos personajes se les hace quedar por
idiotas (a unos policías concretamente).
Es una película que con un montaje trepidante
y un guión agudo, derriba el mito de los carismáticos, intelectuales e
inteligentísimos psicópatas o asesinos en serie, para convertirlos en simples
deficientes mentales cobardes que solo pueden matar seres más pequeños e indefensos
que ellos.
Un bravo por el director, los actores y el
guionista, que han creado una historia valiente sin tapujos ni falsas
moralinas.
Más de dos horas de película que me dejan con
ganas de ver más... Genial.
Director: Kim Jee-woon.
Actores:
Lee Byung-hun, Choi Min-sik, Jeon Kuk-hwan, Oh San-ha,
Kim Yun-seo, Choi Moo-sung, Kim In-seo.